El concepto no es nuevo. Nearshore se refiere a la deslocalización de la capacidad laboral a países cercanos (no más de 3-4 horas entre vuelos), cuyos resultados se basan en la proximidad cultural, buscando indicadores de eficiencia operativa, ahorro financiero, rendimientos altos, escalabilidad del negocio y comunicación fluida entre los equipos.
Entre las industrias que más adoptan esta práctica se destaca el sector IT. Las empresas que buscan su «segunda casa» en otro país se enfrentan a diversos retos: atraer y retener el talento (un creciente cisma sobre la «tasa de abandono», que mide las salidas voluntarias e involuntarias de los empleados), combatir las ineficiencias operativas impuestas por su crecimiento, y el ahora inestable e impredecible factor que son las geopolíticas externas (en plena efervescencia de la última epidemia y las tensiones entre Ucrania y Rusia). La evolución de la inflación y el coste de vida son ahora, más que nunca, indicadores clave.
Portugal, a pesar de vivir en una controvertida «burbuja inmobiliaria», viene, desde hace tiempo, demostrando su atractivo para otros países. Esto es lo que sentí hace semanas al hacer networking en dos eventos tecnológicos en Ámsterdam (TechEx Europe Expo) y Londres (Sifted Summit), y que podría traducirse en la frase: «Todo el mundo quiere un trozo de Portugal». De hecho, en un panel sobre Deeptech en este último evento, Andrea Traversone, responsable del Nato Innovation Fund (NIF), organización que actúa como Early-stage Venture Capital de mil millones de euros para verticales como Inteligencia Artificial, Biotecnología, y Espacio, entre otros, afirmó que Portugal será el objetivo de próximas inversiones por sus proyectos disruptivos en este sector.
Sin embargo, no nos podemos dejar llevar por el presente. Otros países también demuestran su ambición por prosperar en este globalizado sector tecnológico. Como país y como marca, Portugal debe seguir invirtiendo en políticas sostenibles destinadas a atraer inversiones extranjeras y proyectos de envergadura en la Economía Digital. Bien sea a través de la evolución de un sistema fiscal más atractivo para los inversores, o bien apostando por en la especialización de nuestro talento (y la formación continua para acelerar una mayor cantera de profesionales).
En un mercado tan saturado como el nuestro, con oportunidades y desafíos aquí y allá, es fundamental que la estrategia de las empresas esté tan centrada en el cliente como en el empleado, evitando ganancias marginales (sino estructurales), basada en planes a largo plazo, culturas organizativas fuertes, colaborativas e inclusivas, planes de carrera a medida y, por último, la innovación como motor central de diferenciación y núcleo de su ADN. En particular, las empresas tecnológicas («Big Tech«, scale-ups o start-ups en fase hype) juegan un papel importantísimo en esta relación, ya que alimentan orgánicamente el ecosistema (impulso convergente entre emprendimiento e I+D), dinamizan la comunidad con más talento e impulsan sinergias circulares entre empresas. El valor económico que generan es innegable si sumamos los índices colaterales del turismo tecnológico, con una cartera de conferencias y eventos cada vez más amplia y diversa.
Levantando el velo hasta 2024, es imprescindible tener en cuenta:
En conclusión, a la vista de los indicios anteriores, es razonable afirmar que el próximo año sigue siendo prometedor. Sin embargo, corresponde a Portugal seguir siendo un catalizador de innovación y trazar una hoja de ruta con condiciones y características atractivas – y difíciles de replicar – para acoger proyectos tecnológicos. Para ello, esta propuesta de valor debe caracterizarse por ese espíritu pionero y la audacia que tan bien nos definen, y que se remontan a nuestros antepasados descubridores. Y si no es así, no serán nuestras largas extensiones de arena, nuestro bacalao en sus cientos de sabores o el «desenrasque» los que nos salven. Veremos cómo los nómadas digitales y los Tech Hubs, trasladan sus «raíces» a otra parte tan rápido como se instalan.
Pedro Cabrita
Nearshore Business Development Manager